LAS AVENTURAS DE E. LOGIAN EN EL MUNDO (INTERIOR Y EXTERIOR)

Soy yo, E. Logian, como siempre, con otra de mis cartas virtuales mensuales.

Estoy atravesando un déjà vu. Como Bill Murray en El día de la marmota, me despierto cada mañana sintiendo que este día –este mes completo, lo que va del año– ya lo viví. Teletrabajar con piyama de la cintura para abajo, salir lo justo y necesario armado de barbijo y alcohol en gel, mantener distancias físicas, todo el coso.

Pero creo que puedo aprender algo de esta experiencia, como el meteorólogo Phil Connors. Todo es igual y, a la vez, también distinto. Es más: me atrevo a afirmar que 2021 es mejor que 2020. Hay vacunas. Mucha gente ya recibió sus dosis. ¡Hasta sabemos hacer masa madre y jardinería! 

Bueno, no es que sea un optimista per se y me levante cada mañana cantando, ya nos conocemos. Pero otra cosa que aprendí en este día de la marmota nuestro es a no desesperarme demasiado. Además de hacer panificados, tomar cursos online, todo el coso, también encontré nuevas formas personales de superar cada mini ansiedad sin pasarme del otro lado y ser un pavote desinformadamente alegre. 

Por eso, en este correo les quiero regalar algunas alegrías cotidianas, que espero les sirvan para imitar y/o inspirarse a pensar algunas nuevas. Cuando estoy en casa, viajo a mi mundo interior. Re cursi, lo sé. Pero sirve. No me acusen de José Narosky, jaja, pero busco mínimo una vez al día algo que me haga sentir bien. Chiquiteces creadas con lo que hay. Hasta ahora, encontré muchas fabulosidades, la lista es tan larga como el tiempo que llevamos guardados/as. Les cuento tres:

-La forma perfecta de los cubos de hielo para mi whisky. Me llevó tiempo de experimentación y varios test de cubeteras hasta que lo logré. Son medianos, no tienen ángulos filosos, cada uno es un rectángulo de bordes levemente redondeados, que hace clinc clinc al chocar con otros cuando bamboleo el vaso y ninguno me golpea con fiereza los dientes al empinar el codo. Ahora, cada vez que bebo tengo ese bonus de felicidad. 

-El sabor chocolatoso del tabaco. Sí, fumo. Perdón, soy muy vintage. Pero armados, no industriales. Sí, esa es mi excusa. Bueno, resulta que cada algunas pitadas, de pronto una viene cargada de sabor y olor a cacao. Y es como que wow, ñam ñam. 

-La luz de la ventana jugando con el polvo. Se ve hermosa a las seis de la tarde, en mi living. Es un caleidoscopio involuntario. Y ahí me siento con mi whisky de hielos perfectos a mirar las formas hasta que se va el día. Entonces, prendo mi cigarrito de tabaco chocolatoso. 

A veces, salgo. Hay que hacerlo. Puede ser estresante, lo sé. Ayuda tener algunas rutinas más allá de las prácticas. Rituales. Sí, se pasa por el infaltable checklist: llaves, billetera, celular, barbijo, auriculares, anteojos de sol, alcohol en gel, bolsita para las compras. Pero, aunque sea para ir y volver del supermercado, recomiendo siempre meterle épica y misterio, convertirlo en aventura. Les cuento algunas:  

-Voy por la calle como si fuera extranjero, miro todo cual recién llegado. Últimamente, fue un flash hermoso el cambio de estación. De verano a otoño. Antes todo era como un póster brillante, ahora parece pasado por uno de esos filtros de Instagram que simulan una foto antigua. Es un cliché hipster amar el otoño. Me hago cargo. Vengan de a mil. 

-En otoño cada vereda es una rayuela crujiente. Aprovecho para correr entre las hojas caídas y hago mucho ruido para espantar la melancolía. Después, voy atento y rebusco hasta encontrar alguna rojiza a la que aún no le llegó el ocre y me la guardo para usar de señalador.  

-Otra cosa linda que encuentro mientras me escabullo entre las calles de la ciudad gracias a que se fue el calor son los perros con ropita. Controversial y tierno a la vez. No se lo haría yo a ninguno, pero me da mucha risa verlos. Desde los abrigados con algún buzo viejo o remera reciclada hasta los que van lookeados tipo Kim Kardashian. Guau. También me encanta ver a los que están desnudos, con su tapadito natural. Y a los que van sueltos sin correa. ¿Notaron la determinación para correr hacia ningún lugar que tienen? Como si fueran a hacer un trámite. Amo. 

Una cosa que me resulta curiosa en esta realidad pseudoapocalíptica es cómo remarcamos la expresión detrás de los elementos de protección. Aprendimos a charlar con las cejas, a modular la voz para traspasar la barrera del barbijo y a usar las manos para reforzar el mensaje. Desarrollamos nuevas convenciones sobre cómo mostrar alegría, indignación o hasta para preguntar el precio de un vino usando solo un gesto. Y, si la persona con la que estás charlando usa anteojos, se le suman nuevos niveles de dificultad a la mímica. Es como jugar charadas todo el tiempo. Juá. 

Igual, mi juego favorito para esta época de bocas y narices tapadas es imaginar cómo es la cara detrás del barbijo. Y las completo creativa y jolgoriosamente. Una barba tupida con bigotes a lo Dalí para la chica de la caja del supermercado, una boca carnosa y pintada de rojo al repositor, un lunar tipo Marilyn Monroe al colectivero. Las posibilidades son infinitas.

El meteorólogo Phil Connors, que interpretó Bill Murray, encontró la salida de su laberinto temporal recurrente cuando aprendió a construir vínculos sanos y reales. Yo no estoy ni cerca de eso, pero sí llegué a la parte de hacer que este amontonamiento de días iguales sean distintos y sorprendentes. Además, cuando el ánimo flaquea, leo DIGAN SUS ELOGIOS, que siempre es un subidón, y además tengo el lujo de poder tirar un S.O.S. a mi mafia positiva, que responde con arengas. Entonces, la realidad se desangustia bastante. 

Ustedes tienen sus mafias positivas propias, pero también son parte de la nuestra. Así que, si necesitan un salvavidas, acá estamos. En forma de web con contenido que ayuda a ponerle color al tiempo, pero también a vuelta de este correo me escriben y hasta en las redes sociales, donde siempre contesto comentarios y mensajes privados. 

Termino esta carta virtual con un brindis y un par de deseos: que de a muchos y muchas, pero a distancia, nos ayudemos a escapar de la pura desesperanza y aprendamos a cuidarnos comunitariamente.

Chin chin absoluto, por vos y por nos.

Cariños, 
E. Logian.