RESEÑA

CASTILLOS, DE SANTIAGO CRAIG: LO SINIESTRO HABITA LO COTIDIANO

Después de la temporada, la situación idílica de una familia argentina que pasa sus vacaciones en un pueblito costero uruguayo comienza a resultar inquietante. Surgen pequeñas cosas fuera de lugar en las costumbres locales, que podrían ser solo la mirada del turista, o no. Los detalles crecen con la fuerza de lo irremediable. Una novela que se construye desde la acción y la contemplación, como un thriller lírico que modifica la percepción de sus protagonistas. 

POR: MARTÍN GAGLIANO

Un dedo recorre sobre la pantalla del celular la línea costera del norte de Uruguay. Por azar, capricho o destino se detiene en Punta Rubia, una playa chica cercana a La Pedrera. Así, Elvira y Julián, una joven pareja argentina, planifica las vacaciones familiares junto a su hija y su hijo después de un año largo y complicado. Castillos (Entropía, 2020), del hasta ahora cuentista Santiago Craig, invita a disfrutar del verano eterno en una tierra extraña y cercana a la vez.

La primera novela de Craig está recubierta de una familiaridad que lleva a quien lee a transitar y disfrutar junto a Julián, Elvira, Sofía y Camilo todos los lugares comunes de la rutina de veraneo: antojo de churros, amistades efímeras, torneos de tejo y el agobio bajo el sol constante. Craig hace foco en esta experiencia desde la idea de habitar por un tiempo corto un lugar a veces totalmente desconocido y el cambio de perspectiva que implica cuando alguien decide alargar la estadía.

En su premiado libro de relatos Las tormentas (Entropía, 2007), el autor adelantaba el ejercicio de mostrar que las experiencias ordinarias tienen un lado oculto, fuera de lo común. Un recurso que no solo sostiene, si no que amplía y despliega en Castillos. Esta historia podría trazar una línea de referencia directa a Balnearios, el documental de Mariano Llinás de 2002 que retrata con ironía y humor las formas de vida en vacaciones, especialmente en la playa. Pero en su versión sobre el tema, Craig presenta la argentinidad con una visión particular, tanto en lo público como en lo privado. Desde la relación entre vecinos/as hasta la intimidad de pareja. Además, cuestiona con inteligencia lo que define la masculinidad, las formas de ser madre o padre y hasta incluso la individualidad dentro de una familia.

Lejos de cualquier gesto costumbrista, Craig pone la mirada en lo prolífico del mundo interior de cada personaje. Julián es un escritor en potencia que está siempre imaginando el próximo relato y tiene el impulso de escribir, aunque se entrega al vaivén de las olas del mar. Elvira es su contracara efectiva, pragmática y resolutiva, que se siente cómoda en la acción. Ambos forman una pareja que encontró una forma de amarse y se sostiene por su singularidad. Un espejo que, como todo en Castillos, está siempre a punto de estallar en mil pedazos.

Los misterios en Punta Rubia se acumulan. Al principio, en una forma tan sutil que da lugar a la duda sobre su naturaleza alarmante y, de a poco, van creciendo en la tensión, que inquieta a personajes y lectores por igual. Lo que diferencia a los visitantes de los lugareños es la capacidad de asombro frente a eso que resulta raro: un vendedor ambulante que pedalea su bicicleta aunque tenga una pierna menos, pájaros que caen muertos en pleno vuelo, personas que bajan a la playa cuando hay tormenta, vecinos que aparecen y desaparecen, escopetazos que reverberan en la noche costera, ladrones imperceptibles y animales furtivos que acechan constantemente. Además, el carnaval, que aparece como un refugio tradicional para la liberación de la ferocidad humana.

Además de los varios enigmas que flotan en el aire salado de la historia, Craig hace una lectura crítica de los vínculos con el trabajo y la vida moderna. Castillos expone con inteligencia una verdad contundente: irse de vacaciones conlleva el mandato de pasarla bien a toda costa, descansar y olvidar las preocupaciones cotidianas. En esta época de aplicaciones, celulares y 5G, ¿es posible soportar esta idealización del paraíso veraniego?, ¿o gana la sensación de ansiedad y desamparo que provoca la desconexión con el mundo? Irse de viaje es cambiar una rutina por otra. “El problema de las vacaciones es que parecen ciertas”, reflexiona Julián cuando instala la pregunta clave: “¿se puede vivir de vacaciones?”. Para Julián y Elvira todo es siniestro y a la vez nada lo es. Apenas entran en alerta, Punta Rubia despliega una contrafuerza apaciguante, una calma inexplicable, veraniega y uruguaya, que les intima a dejar cuestionamientos de lado.

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Castillos, de Santiago Craig.
Editorial Entropía, 2020.
194 páginas.
Se consigue solo en formato físico.


ILUSTRACIONES: FIDEL OTAÑO EZCURRA