CRÓNICAS & SORPRESAS

LECTURAS, ARTES VISUALES, MÚSICA, BRINDIS: “QUISIERA QUE HUBIERAN ESTADO AHÍ, CONMIGO”

Un año y un cacho después del estreno mundial, el sábado 4 de diciembre de 2021 celebramos el lanzamiento de DSE con un Vermú para corazones analógicos. Acá la crónica soñada (literal y eufemísticamente hablando) de la noche, por una de nuestras invitadas, que después del brindis parece que la visitamos en mundo onírico, así que se despertó, escribió, compartió y oh, wow.


POR: CARLA PERELLÓ

Después de la presentación de DIGAN SUS ELOGIOS tuve un sueño muy extraño con Néstor y Cristina en el que yo veía todo (o casi). Me desperté y escribí lo que recordaba. Se lo compartí a amigues, entre otres a María Miranda, y le dije que podía ser un cuento, algo, que no sabía qué hacer.

El sueño me reaparece tanto que también le escribí a Daniela Pasik para que me recomendara “algo al estilo Diego Farias“, que que en el evento leyó un cuento que se llama Ese verano y salió en la segunda revista. “Él es inédito”, me dijo. Pero me tiró La conjura de los necios como opción y en eso se fue la GiftCard que me dieron mis compas del trabajo para mi cumpleaños. Volvía en bici y en el cerebro se armaba este texto, entremezclado con el sueño.

De todo lo que pasaba, me queda impregnada una escena: la voz de CFK que retumba en ese espacio que cabe entre el océano y el cielo. Es un atardecer sin sol, con colores entre rojos y amarillos. La voz no hace eco, sino que se convierte en un sonido seco que se come el arrullo del agua salada.

El

plaffffffffssshhhh

plafffffsshhhh

de las olas no se escucha.


Tampoco el viento ni los pájaros.

Se frena ese run-run que lleva consigo una bruma que te empapa la cara y humedece la ropa.

Nunca estuve en el medio del mar. Solo conozco lo que viví en el sueño.


En el sueño, esa imagen se convertía en una foto que estaba en un movimiento lento y continuo, con el atardecer naranja rojizo y la voz en off de Cristina. En mi mente, la escena me trae paz. En el sueño, apenitas sentía una brisa en la cara.


Pensé, entonces, cómo llegué acá. Algunes amigues se sorprenden de la cantidad de cosas que construye mi imaginación en los sueños. Yo creo que fue el vermú de anoche, con La espera, el cuento que leyó Pamela Altieri y salió en la tercera revista, con el bañero que no advirtió que se le había ido el mar. O la historia que llevó Diego, con el pibe porteño que se disputa una camiseta de River con un discapacitado en Tucumán. El Emi, le dicen (el protagonista cree que es Emiliano, pero es Roberto) porque era hemipléjico. Ahora que lo escribo me dan ganas de volver a la terraza de Casa Boni y largar una carcajada. También me quedó la sensación de un llanto desconsolado atrapado tras el texto arrebatador de Mariana Armelin, aun sin título y que va a salir en la próxima edición, en el que la protagonista cuenta mil formas dignas de morir, excepto la de su hermano internado en plena pandemia, diagnosticado con cáncer.


Perdón, me voy. Ya vuelvo.


Decía, con un vermú en la mano y una empanada de carne bien caliente en la otra, cené un cuento más: el de Ernesto Berardino, que está en la cuarta revista. La oveja galesa que le da título está embarazada, dada vuelta, en medio de un proceso químico que podía matarla. Y a su lado, ese señor argentino cuya empatía lo lleva al punto de no saber si se ha convertido en ella. La lluvia, el pasto, la suavidad de la oveja patas arriba. No me sale transmitir en letras la pronunciación suave y delicada de cada palabra en inglés del autor. O su ceño fruncido. O el trazo triste en sus ojos en el momento indicado. Deberían haberlo escuchado. Sentido.

Quisiera que hubieran estado ahí, conmigo, y que se perdieran en esa pizarra con letras de neón a la que me llevó el texto Hernán Lucas, en el que habla de la música en su librería, Aquilea. El cartel está en Avenida Corrientes, frente a Butman. Sí, sí, el sex shop. Eran fragmentos de un libro que va a salir en un futuro cercano, dijo. Ahí me quedé con ganas. Quiero sentarme, como él, en una esquina del local tapada de libros y ver lo que ve cada vez que alguien cruza la puerta. Cada vez que alguien cruza la puerta suena un atrapasueños, así se entera. “Compren libros”, dice, “así no terminamos como Adán Buenosayres”. Ahjs. ¿Lo ven? En esa parte se me arrugó el corazón.


Qué loco, ¿no? Todo lo que puede despertar un cuento. Llevarte a un sueño, después a un texto, a una librería, a otro cuento o a una novela o a un poema. Lo bueno es que esta mafia positiva se entromete tanto en las entrañas, que da la vuelta y te manda un mail. Te lo manda E. Logian, de hecho, y te cuenta historias o te recomienda libros. Susurra al oído que no dejes de leer.
 

Por mi parte, acá voy. Me voy a descubrir el mundo con Kennedy Toole.

Esta fue la muestra de artes visuales, con ilustraciones de Paula Mariasch, Cecilia Martínez Ruppel, Chan Tejedor, Luq Arlequin, Jorge Fantoni y Fidel Otaño Ezcurra.


Acá la playlist de la velada, creada por nuestro DJ Negro Sosa


Acá una espiada de la noche, en imágenes