Hola, soy Mongo Aurelio y la mafia positiva de DIGAN SUS ELOGIOS me ha dado la licencia para escribir esta carta – entrevista a usted, persona que lee.

Me siento honrado y ansioso, a la vez, expectante de que conozcan un poco más a Martín Gagliano, miembro del consejo editorial de esta hermosa revista, y con quien compartí una charla que califico como “polaroid esquizofrénica”.

— Decime cinco cosas de vos que tenga que saber.
— Me gusta el café negro, me como las uñas, no me gusta escribir, soy adicto al celular y soy mentiroso.
— A lo de mentiroso seguro vamos a volver, pero ¿Qué es eso de que no te gusta escribir?
— La escritura en si no me gusta. La performance de escribir, elegir cada palabra, acomodarla entre los signos de puntuación y avanzar tratando de encerrar la historia que tengo en la cabeza me cuesta muchísimo. En vez de escritor yo tendría que haber sido solo autor.
— ¿Para vos hay diferencia?
— Claro. Son instancias separadas. Es más, diría que hay tres roles distintos: autor, narrador y escritor. Y no digo narrador como la voz que suena en la cabeza de quien lee, sino de quien porta la energía autoral y conduce la historia a un desarrollo secuenciado, un principio y un final.

— Hay quien dice que escribir es una necesidad física que a veces no se puede frenar. Supongo que de eso sabrás ¿Por qué te comes las uñas? Te está sangrando el dedo ¿Podes decidir no hacerlo?
— Y algo de razón tiene esa persona. Me parece que el chiste está en lo que yo elijo soportar. Entre escribir y sangrar me quedo con sangrar un ratito, quizás. Pero eso es en preferencia nomas, porque al fin y al cabo escribo de todas formas. Igual, dejando tu chicana de lado te digo que a mí las historias se me aparecen: una frase, un nombre gracioso, un accidente en la firma de un mail, una imagen. Después es puro impulso autoral. A veces es puro frenesí, entonces, me aferro a eso y exagero. Desde ahí aparece la paciencia del narrador que baja el montón de imágenes mentales hacia un sendero, para después tener que tipear el relato. Eso es excitante, pero cómo duele.

—¿Y cómo te ves a vos mismo como autor?
— Soy autor desde que tengo memoria. Siempre inventando tramas, historias. Soy una persona con mucha imaginación, muy visual. Y vivo las historias que creo en la cabeza por eso mi personalidad de Autor no me cuesta.
— ¿Y cómo un adicto al celular y mentiroso tenés tiempo para escribir?
— Ah yo el tiempo me lo robo. Se lo chanto al trabajo en los tiempos muertos, en el break de almuerzo. Avanzo poco porque refunfuño mucho. El café ayuda, la mentira alivia el estrés y endulza la satisfacción del trabajo terminado.

— ¿Y de lector como sos?
— Constante y culposo. Soy de los que le dan mil justificaciones a cualquier actitud antes de soltar un libro. Me obsesiono buscando autores y sagas que me suenan desconocidas, navego en internet, cruzo referencias. Creo que hay un solo género al que le escapo: la autobiografía.
— Un lindo tema para cerrar esta entrevista ¿por qué no te gustan las autobiografías?
— El género de autobiografía es imposible. Pongamos por caso que es posible brindar al lector un recorrido más o menos acabado por la vida de una persona, cuando la biografía la escribe un tercero hay una pluralidad de fuentes de consulta y de material que van armando la historia. Cuando es el propio autor aborda sus memorias lo hace falseando la premisa de registro. Nadie se acuerda de todo y mucho menos creo que sea capaz de transcribirlo con fidelidad y con poética. De mentiroso a mentiroso nos conocemos.

Mientras comenzamos la nueva producción de DSE, la revista número 9, les recordamos que todo lo que hacemos con la mafia positiva se sostiene gracias al apoyo que puedan darnos. Si quieren colaborar, estas son las vías:

-Un ROMANCEocasional, un aporte único que podés repetir cada vez que quieras, de $200.

-Una RELACIÓN formal de suscripción, en la que aportás $150 al mes y a cambio recibís beneficios exclusivos, como el adelanto de cada número y otras cositas que iremos descubriendo.

-Un CAFECITO de $150, o todos los que quieras cada vez que quieras o en malón de a una vez. 

Chin, chin.
E. Logian.