RESEÑA

LAGUNAS Y GITANOS, DE LUCIANA PALLERO: COSTUMBRISMO FILOSÓFICO

Un montón de cuentos breves que podrían ser una novela desfragmentada. Las protagonistas de este libro publicado por Blatt & Ríos podrían ser siempre la misma mujer, pero a la vez es muchas, distintas. Una legión de presencias en infinitos mini mundos que se contienen en sí mismos y explotan sin estridencia, solo con brillo. Una autora que, declaramos acá, es la versión siglo XXI de Hebe Uhart, y a la vez es desfachatadamente sí misma. Y nadie más. 

POR: MARIANA ARMELIN. FOTO: VICKY CUOMO

Luciana Pallero nació en 1978 en Buenos Aires, vivió diez años en un pueblo de la provincia de Santa Fe y uno en Cuba. Estudió música, fotografía y cine. Es profesora de filosofía, cocinera y escritora. Publicó la novela La máquina de pelar manzanas (2016), después los relatos de Ojo animal (2019) y ahora Lagunas y gitanos (2022), todos por Blatt & Ríos. No hace eso que el mainstream rotula como “literatura del Yo”, pero en cada uno de sus libros ella está presente, mezclada entre lo autobiográfico y lo inventado, confundida a propósito entre personajes, pensamientos y aventuras pequeñas que igual siempre hablan de algo más.

En su segundo libro de cuentos, despliega un abanico femenino que retrata cocineras, maestras, escritoras, acompañantes terapéuticas, amigas, vecinas y madres (aunque estas últimas son siempre otras, nunca las protagonistas, como ella, que no tiene hijos o hijas). Alterna la primera persona con la tercera y juega con lo que la cercanía o la distancia revela de estas mujeres de distintas edades que, lo confiesen o no (lo sepan o no), hacen balances de las situaciones que atraviesan y que Pallero disecciona con habilidad quirúrgica.

“La vida es lo que es, no hay un narrador que hile las partes y les dé unidad con un final. La vida, en mi caso, es la pandemia, el rebusque diario para no seguir bajando de clase social y el hábito de escribir. Escribir no como algo que le da sentido a esa vida o que intenta darle sentido con una fe en la escritura como herramienta para cambiar el hecho de que los seres humanos estamos perdidos. No, la escritura entendida como terapia de supervivencia, como manotazo de ahogado, complementaria al psicoanálisis y en caso de que ya no pueda pagarle más a Ana, mi psicoanalista, su reemplazo”.

Eso dice la narradora de Sucia, feliz y sin trabajo, uno de los sesenta relatos breves —a veces, de media carilla y como máximo de ocho páginas— de Lagunas y gitanos. Esta protagonista, escritora y profesora de Filosofía, como la autora, explica (una o ambas) de este modo qué es la vida y la literatura para ella(s). El morbo de saber algo autobiográfico explota.

Cumpleaños 43 podría ser casi un manifiesto explícito del deseo de la autora y a la vez un listado de temas que la ocupan. “Quisiera que a partir de hoy me dejen vivir en paz” y “Quisiera en mi vida mandar yo. O por lo menos saber para qué lado jugar” son anhelos en primera persona con los que resulta fácil, además, empatizar. Y ese es otro de los logros de Pallero, acá y en todo el conjunto de relatos: hay tanto sentido de verdad en sus relatos que la identificación es inmediata y por momentos parece que fuera una crónica, sobre ella misma o, incluso, sobre quien lee.

Lagunas y gitanos es, además, un libro que pertenece a la camada que no puede evitar contextualizarse en pandemia y este lo hace con destreza. La narración, ágil y sencilla, avanza a paso sostenido de la mano de una multitud de mujeres parecidas y diferentes a la vez (entre ellas y a la autora) por distintos momentos de la vida de la misma. “Solo en la infancia existen días en que la felicidad es total”, por ejemplo, dice la chica que combina axiomas en Un Dios aparte.

A la brevedad de los cuentos se suma que no tienen nunca remate y eso es un recurso útil,  ya que genera deseo de seguir leyendo, pero también porque, como en el psicoanálisis o la filosofía —disciplinas a las que se refiere a menudo—, es más importante la pregunta planteada que la respuesta. En Vieja del agua, por ejemplo, Pallero contrasta dos mundos: el de dos amigas progres que charlan y disfrutan un asado en la casa a la vera de un río que una de ellas alquiló temporariamente con el de una familia que se asentó en un terreno vecino, pesca un patí y lo come desde la cacerola. La autora no solo logra llevar ese espejo distorsionado al extremo, sino que magistralmente cuela erotismo en la escena.

Como un moño al regalo de lectura, está el detalle circular de comenzar y terminar con relatos en los que una madre aconseja a una hija, en primera persona de una narradora que podría ser, otra vez, la autora, quien lee o cualquiera. En el primero, Amarillo, recuerda cómo le enseñó a que una mariposa confiara en ella cuando tenía dos años. En el último, Bella vos, ya adulta, le advierte algo fundamental: “‘nunca confíes en un hombre’, me dijo”.

Lagunas y gitanos es de esos libros ideales para la mesita de luz, que se disfruta leyendo cuentos como si fueran confites antes de ir a dormir, con la intención de soñar iluminaciones y despertar con el corazón inspirado.


Lagunas y gitanos, de Luciana Pallero
Blatt & Ríos, 2021.
194 páginas.
Se consigue en formato físico y digital.