LITERATURA

UN POEMA DE LA PEQUEÑA COMPAÑÍA, DE MARINA MARIASCH

Pura sensación es su nombre en Twitter y ese chiste resulta la descripción más acertada no solo de sí misma, también de lo que genera. Como docente, traductora, académica, artista. En narrativa, ensayo, periodismo, poesía. Acá, una de los momentos deslumbrantes de su último y más flamante libro, editado por Caleta Olivia, que reúne 25 años de poesía y suma material nuevo. Dolor y exaltación, humor, seriedad. Una herida preciosa, verdad a toda costa, descarnada y hermosa. Como su autora.

ILUSTRACIÓN: SOL RAMOS

¿Si fue lindo conocerte?
Ni al principio tuve la paz
que creemos anhelar, ay
un poco de paz es una idea
que flota en el horizonte
de los lóbulos frontales
cuando la buscamos allá
lejos en la ventana, afuera,
lejos, en otro lado. Dame
paz, un poco de paz. Yo
nunca tuve ni quise
paz tuve tu bragueta
urgente en la boca
cuando me agaché a buscar
la fruta. Cocinamos
algo, me pediste
calma mientras subías el
fuego y sacabas chispas
hablabas del pasado
de la que aprendió en un
tutorial de YouTube
a chupar perfecto para
vos, la que siempre quiso
darte el doble de lo que ella
era. calma me pedías y yo
no, calma jamás. un día
escribí que con la marcha
de una tarde juntos
tus historias en el jardín
de infantes, los papelitos
docentes, la decencia
de tu pedagogía
me alcanzaba si no
pasaba más nada. Pero
pasaron mil cosas, aviones,
barcos, mar, montaña,
policía, sopa de pollo,
monitos, gatos y plantas.
comidas. calmada nunca.
me di de bruces contra
el asfalto mal estirado
sentí el golpe de mi cráneo
contra el pavimento
cuando dejaste de hablarme
quizás quise morir y me morí
de miedo. Todavía
lloro de pena adentro, afuera
no, nadie diría
que en mismo tiempo
en el que lamentaste
que no nos hubiéramos conocido
antes, en el camino
amarillo en el que me abrazaste
de atrás con la propuesta
de caminar juntos con la sangre
de los dos y cuando la unimos
me gritaste que la saque, que la saque
ya como al demonio
te dio pánico tu imagen y semejanza
mi imagen y afecto
me diste la plata y la
pastilla hiciste de padre
de mis hijos los ojos
de mi hija son iguales
a los tuyos fueron más
de vos que de mí fuiste
más de ellos que mío
te quedaste con ellos
pero te fuiste de todos
cuando desapareciste
fantasma en el barrio
del sur familia judía
dijiste bajito cuando te
alejabas de nosotros
musulmán te acucli
llaste sobre vos mismo bicho
bolita caparazón avestruz
con la cabeza bajo la tierra.
te metiste en el hueco
infinito de tu propia
neurosis, atribulado
de vos mismo harto
de la interrupción
de tu propia voz con mi
voz. te duele
el cuerpo, los músculos
huesos, las articulaciones
respirar, comer y sus
consecuencias. ver
seres queridos te
descompone. no te
preocupes: te descom
ponés a cada segundo
sos testigo y testimonio
de tu propia muerte
ya no más de la mía ni
yo de la tuya no sé
de vos más que por las redes
los amigos in
oportunos que te mencionan
en una conversación
que no quería escuchar
¿seguís comiendo carne,
comiendo asado en el mismo
lugar en el que nos cono
cimos y me echaste esa
mirada sexual? ¿seguís
tomando vino, respirando
seguís riéndote, seguís vivo?
no saludes a mis hijas
en un bar no te está ya
permitido. tu desa
parición hace que ciertos
privilegios ya no te sean con
cedidos. no se te ocurra
acercarte, yo también
morí de vos, no de mí
ni del mundo, ni de los otros.
no desaparecí aunque
me esfumé un poco.
¿valió la pena
conocerte, probar
de vos, con vos,
acomodar mis
muebles a la pauta de
tus agendas para
quedarme pelada en
tres o cuatro meses?
¿Valió? Fue una pena.