ENTREVISTA

ASTROMOSTRA: “LA PREDICCIÓN ASTROLÓGICA ES UN AFORISMO, ES BELLEZA, ES LITERATURA”

También asegura: “La astrología no sirve para nada”. Habita las redes en todas sus facetas porque además de leer los astros es un hábil jugador de rol y constante streamer. De los blogs a las grandes editoriales, desde las tablas hasta la radio de moda. Entre la filosofía contemporánea y la divulgación, Gael P. Rossi es un productor de textos: oraculares, literarios, porno, poéticos y teatrales.

POR: MARTÍN GAGLIANO        

Astromostra nació en la radio. Primero en Villa Cariño, un programa de Señorita Bimbo en Radio Cíclope, a donde fue a hablar de astrología. Después tuvo su propio espacio en distintas FM, podcast y otras plataformas virtuales. Se generó un público fiel que lo siguió hasta la madrugada de la Once Diez, Radio de la Ciudad, para escuchar su columna en No se puede vivir del amor, espacio de Franco Torchia. Desde 2020 hasta 2022 formó parte de Furia Bebé por Futuröck.

Así se consolidó la mostra de los astros, con horóscopos y predicciones, pero no esas que vaticinan futuros rosas o trágicos ni fijando características de personalidad según la hora de nacimiento. Este astrólogo se aleja de lo genérico y propone el autodescubrimiento antes que la respuesta reveladora. Incluso, se anima, con fundamentos, a hacer un análisis y contestar acusaciones en contra de la astrología, pero también a discutir el uso irresponsable de la lectura de los astros.

Pero la historia con los astros comienza mucho antes. Gael P. Rossi tenía 17 años cuando consiguió trabajo en un call center que respondía consultas astrológicas en inglés para usuarios de Estados Unidos. “Era como un chat por sms o algo así, nosotros éramos los bots del otro lado. Entré sin mucho conocimiento, pero de a poco algo de todo eso me empezó a llamar la atención. Había referencias a los mitos griegos, cuestiones que me sonaban por mirar Caballeros del Zodiaco y Sailor Moon. Todo eso me vibraba”, rememora un poco entre risas pensando en esa adolescencia de principios del 2000, cuando se mudó a vivir a Buenos Aires desde la Patagonia, donde pasó su infancia y adolescencia.

“Como astrólogo yo soy autodidacta”, advierte y lo defiende con una postura que resulta indiscutible, porque viene de alguien que hizo del estudio una parte importante de su vida. Egresó de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) y es especialista en escritura de teatro (Magíster en Dramaturgia, UNA). Además, trabajó como adaptador y asistente artístico en más de cincuenta montajes y obras, Es autor de las obras de teatro Saturnalia (2013) y Neptunistas (2016), escribió Liturgia (2015), dirigida por Maruja Bustamante, y también hizo una adaptación de Cumbres Borrascosas (2014, Buenos Aires, Bélgica) para ser actuada por electrodomésticos. También publicó las novelas Gualicho (2016) y Machito (2021) en editorial De parado y ya en Random House, los libros de divulgación Guía astrológica para sobrevivir en la Tierra (2019) y Astrología para hacer la revolución (2021), además del de poemas Yo soy esta tormenta (2022).

“La astrología siempre estuvo de fondo. En un momento, como lo único que algunas personas sabían de mí es que me gustaban los libros y sabía de astrología, me regalaban libros sobre el tema. Textos de todo tipo, desde el más comercial y mainstream hasta el más avanzado y oscuro. Era fija que en mi cumpleaños todos me traían cosas sobre astrología. Se hizo como un meme. En mi casa tengo una biblioteca enorme que reúne un poco eso y más, porque de a poco fui encontrando un camino de curaduría. Y así me fui formando, totalmente autodidacta”, dice con puntos suspensivos para no poner final y dejar entrever que su rol de Astromostra puede parecer fortuito, pero no es para nada casual. Creer o reventar.

—Con toda tu educación, formal en varios ámbitos y también autodidacta, ¿cuál es tu visión personal sobre la astrología?    
—Lo más importante es que la astrología no es terapia. No reemplaza nada. Lo digo siempre: la astrología no sirve para nada. La predicción astrológica es un aforismo, es belleza, es literatura. Parte de la observación de formas y colores en el cielo y ciertos datos, pero eso no debe llevar a un estado de causa/consecuencia. Cuando la astrología cae en la generalización y se vuelve conclusiva, “sos así porque sos de Leo”, se muerde la cola y pierde el valor más importante: su belleza. Esos aforismos son incluso un poco berretas. Decir que tengo un conocimiento sobre vos y puedo develar cómo sos de antemano es nuestra idea occidental del rol de adivino. Para mí lo más interesante es cuando el oráculo encripta un poco la respuesta, inspira a la persona que consulta y la ayuda a abrir la cabeza. El resultado tiene que ser un punto de partida. Ese es el trabajo artesanal de la astrología, fabricar espejos para que el otro se mire.

—¿Cuál es ese valor literario que decís?
—La astrología es poesía. Nos conmueve, identifica, da bronca y a veces no la entendemos. Para mí, es eso, poesía. Además, hacer un horóscopo implica una producción textual y poética, por supuesto. No es solo decir “atención sagitarianos, va a pasar esto esta semana” y ya está. Uno tiene que encontrar formas de evitar la repetición y el aburrimiento en quien lee y escucha. Cuando escribía horóscopos y predicciones cada 15 días durante cinco años para No se puede vivir del amor siempre trataba de articular desde el juego, el pastiche, con citas y referencias. Mi objetivo era que el resultado sea más parecido a un acertijo, una incógnita, antes que un texto conclusivo. Por otra parte, la predicción astrológica tiene mucha técnica y requiere estudio, lectura y relectura. Es una suma de saberes. Mezcla de matemática, poesía y misterio.

—¿Qué tipo de consumo y de producción de astrología considerás que tenemos en la actualidad? —Hay que ser cuidadoso y humilde con las metáforas que uno fabrica a partir de los aforismos y predicciones astrológicas. La astrología es una artesanía y también un capital intelectual, porque te pagan por hablar y por pensar. Me gustaría hacerla cada vez más accesible, con criterio y contenido de calidad. Creo que hay determinados discursos sobre los que me pronuncié en contra y que traté de desactivar. Cuando empiezo con Astrosmostra como programa de radio y no solo como una columna, me fui encontrando con personas que venían de vivir situaciones muy violentas en consultorios astrológicos. Hay mucho discurso falopa y un montón de gente que, sin darse cuenta del lugar que ocupa o lo que representa para tantos, se presta a reproducir estructuras que no están buenas.

—¿Qué cosas no están buenas de la astrología?
—Hoy existe una democratización del saber que habilita un montón de voces. No le vamos a decir “conocimiento” a la astrología, porque es más un saber o superstición. Entonces, tenés a alguien con muchos seguidores, popular en las redes, que dice algo como “cuando entra Marte en Leo es un buen momento para quemar calorías porque ya pasó el verano y estás un poco gordita”. Sobre el aforismo, la construcción que podés armar de Marte en Leo, elegís esta representación y das lugar a la ideología dominante, la mirada gordo odiante. Ese tipo de producción, de presentación de la astrología, me parece precaria. Hace diez años yo decía que necesitábamos más astrólogos porque al mundo le hacen falta más poetas. Hoy digo que está buenísimo tener más poetas, pero lo que necesitamos es menos profetas.

Foto: gentileza Sebastián Freire

—Hablás de ideología dominante, ¿cómo se articula la predicción astrológica en cuestiones como el género, lo femenino y lo masculino?
—En la astrología, el género está usado como un atajo. Y los atajos sirven para no pensar. Es una estética, “los hombres de Capricornio”, “las mujeres de Virgo” y listo. En esa separación se deja de lado una estructura más compleja en la que hay cruces y diálogos. Hay que enriquecer y potenciar ciertos espacios para evitar la opresión. Si pensamos que quienes consumen astrología son, en promedio, un ochenta y cinco por ciento de personas que se identifican o fueron asignadas mujeres al nacer y un quince minorías sexuales, entonces me parece que tenemos un potencial inmenso para generar caballos de Troya y escuchar, evidenciar, dar lugar y hacer hablar las problemáticas de uno o varios sectores.

—¿Hay una separación entre Gael y Astromostra?
—A esta altura es difícil. Quizás comunicarlo desde la tapa de los libros es lo más que puedo hacer para separarlo autoralmente. Por ahí se puede ver una distancia de acuerdo con la temática. Pero en realidad, en mis novelas porno gay, por ejemplo, o en algunas obras de teatro, donde parece que no estoy hablando de astrología porque no anclan en eso, si busás hay referencias. No están desconectadas. Me pasa lo mismo con el universo de los juegos. Se cuelan en la escritura, conversan, hay cruces involuntarios.


—¿Qué te gusta leer, además de astrología?
—Soy un lector muy vago. Inconstante. Empiezo y dejo de todo, pero después sigo, entonces acumulo pila de libros junto a la cama. Me gusta leer de día, porque si leo de noche me prendo y no me apago. Soy un lector voraz de dramaturgia, me encanta leer teatro, es lo que más he leído en mi vida. Solía leer mucha ficción, pero ahora cada vez menos porque estoy más interesado en la filosofía o ensayos, pero de manera desorganizada, desordenada. Me gusta releer. A veces estoy en segundas o terceras relecturas de autores que, de ese modo, para mí van cambiando con el tiempo. Por ejemplo Foucault, Deleuze o Guattari. Siento que tal vez vuelvo porque no los entiendo y me gusta ese desconcierto. El año pasado hice una relectura de Spinoza porque lo había leído cuando era chico y de repente fue muy vital volver a leerlo.

—Si la vida fuera un juego de rol, ¿cuál sería tu personaje?
—Yo soy el Dungeon Máster, que es el director de juego. El constructor del laberinto.